Sobre el Tiempo

(Escrito originalmente el 21 de mayo de 2009) En diciembre recibí electrónicamente una novela aún no publicada  titulada Apuntes de un Desempleado, en  ella se habla, de forma autobiográfica, de la experiencia personal de un individuo al cual la vida lo va llevando de la esfera de lo razonal a lo espiritual.

 Por más contrapuesto que esto parezca es interesante ver como las dos esferas no se separan plenamente como ocurre en los debates entre el pensamiento científico y la teología. Si no que por medio de la razón las dos se homogenizan.

 En dicha novela encontré varios elementos que me llamaron la atención pero hubo uno en particular que invade mis pensamientos constantemente, el tiempo. En un momento de catarsis el autor establece  “Cuando trabajaba, pensaba en el tiempo como algo continuo; vivía en el paisaje más allá del desierto, me gustaba construir y planear, ahora sé que todo acabará convertido en arena indistinguible, en el desierto se aprende que es imposible oponerse al poder destructor del tiempo”.

 Esta frase me hizo reconfigurar los términos en los que fundamentaba varios de mis pensamientos. En ese mismo momento ocurrían simultáneamente dos hechos que acaparaban mi atención, por un lado, se casaba mi hermana y por otro mis primos mayores cumplían 30 años.  Mi hermana establecía un paréntesis en su vida mientras que mis primos se preguntaban básicamente ¿Qué he hecho con mi vida? Pregunta toral en las denominadas “crisis existenciales”.

 En ambos casos, el tiempo jugaba un papel fundamental. A qué me refiero con esto; muchas decisiones que tomamos y juicios que realizamos a lo largo de nuestra vida se toman con base en la idea del tiempo. Pero esta idea nos remite naturalmente a la muerte: “tengo que hacer esto”, “no he hecho lo otro”, “ya no estoy tan chavito(a)”, “si no lo hago ahora no lo hice nunca”, etc. En todas estas frases hay un alto grado de angustia, esa angustia se manifiesta  frente a la idea constante de que cada minuto que pasa se amplia la probabilidad de morir, algo que es meramente natural. Schopenhauer establecían acertadamente que “cada vez que respiramos alejamos a la muerte a manotazos”. Sin embargo, otros como Sandor Marai (irónicamente) resaltaban el cómo las civilizaciones avanzadas como los griegos o los romanos llevaban su vida de una forma mucho más atemporal y utilizaba como ejemplo las olimpiadas que podían durar diferentes periodos de tiempo.

 El tiempo nos motiva a hacer varias cosas y nos paraliza cuando no las hemos hecho. Incluso existen muchas personas, como el de la voz, que coleccionamos relojes; artículos que nos recuerdan lo que ya he planteado aquí.

 Vivimos angustiados frente a algo a lo que le somos intrascendentales.

 Puesto en perspectiva, lo que hagamos o no es insignificante frente a la infinidad del tiempo.

 ¿Qué ocurriría si no viviéramos sujetos a la tiranía (auto impuesta) del tiempo? Seguramente seriamos más felices y la angustia disminuiría significativamente. También nos haría volver a cuestionarnos cual es el verdadero valor de lo material.

 Para Alejandro.


Deja un comentario