(Escrito originalmente el 25 de mayo de 2009) Hace algunos meses un individuo me pidió que le contestara una encuesta. Entre las preguntas que realizaba me llamó la atención una que si bien logra reflejar de forma efectiva los indicadores que se infieren en las respuestas (machismo, equidad de género, violencia, etc.). Me hizo pensar en un elemento que desarrollaré a continuación:
La pregunta se planteaba en los siguientes términos: ¿Qué tan de acuerdo estas con la siguiente frase “las mujeres son violadas por que provocan a los hombres”? De antemano, para dejar en claro mi posición, no creo que ninguna mujer deba ser violada o agredida por ninguna razón. Aclarado el punto, lo que me hizo pensar en esta pregunta fue el término “provocación” al que se hace referencia.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española establece que “provocación” es la “acción y efecto de provocar” o un “delito consistente en incitar públicamente a alguien para que cometa una acción delictiva”. Sin embargo, la “provocación” es un elemento al que se hace referencia en muchos aspectos culturales que condicionan, de alguna manera, a los individuos dentro de una sociedad. Por ejemplo; la mayoría de los comerciales de perfumes, lociones, desodorantes, ropa, cosméticos y demás artículos de belleza, infieren que, al ser utilizados, generan una reacción de atracción, generalmente sexual, por parte del género opuesto al que van dirigidos. En este sentido, la mercadotecnia o las marcas, bajo uno de los términos descritos por el diccionario al que hago referencia, estarían promoviendo un delito y serian responsables de alguna forma, no solo de él o los mensajes que están promoviendo, sino de las reacciones que estos podrían generar.
Dicho lo anterior, el “provocar” también nos remite a un acto de transgresión de patrones claramente establecidos. Que en el caso particular que atañe a este texto, nos remite a lo prohibido sexualmente hablando. En otras palabras, nos encontramos frente a la eterna dicotomía entre el bien y el mal, el qué está prohibido y qué permitido. Además, todos los seres humanos provocamos; el articulista al intentar generar reacciones por parte de los lectores, los políticos en el electorado y los artistas con su audiencia. Existen millones de ejemplos.
En conclusión: eliminar la provocación en si sería imposible, garantizar que esta no trascienda los límites de los otros, ese es el reto.


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